UdeConce: 26 años de “Ganar sin orgullo y perder sin rencor”

Este 8 de agosto, el Club Deportivo Universidad de Concepción cumple 26 años desde su fundación en 1994. Un equipo novel, pero con grandes hitos en poco más de un cuarto de siglo.

La UdeConce, es el equipo suceder del Universitario – campeón regional en 1962 – que destacaba por integrar en sus planteles a estudiantes y funcionarios pertenecientes a la Universidad. Hoy, en su nuevo aniversario, quiero que conozcas mi historia de amor por los colores, que se transformó en una pasión austral.

Nací en mayo de 1997 – siete meses antes del título que le permitiría al club jugar en el profesionalismo – en una familia bastante futbolera, donde de vez en cuando se generaba una rivalidad. Nieto de abuelos vialinos e hijo de un papá fanático de Deportes Concepción. ¿Curioso o no?, espera cuando te cuente que me llamo Nicolás por “el loco” Nicolás Villamil.

Dicen que uno se hace hincha del primer equipo que ve jugar y eso te lo confirmo. Es como si ese día estuviera marcado en mi piel. Cada verano viajaba desde Punta Arenas para compartir las vacaciones con mi familia, días de playa y ferias en el Parque Ecuador. Pero ese 24 de enero del 2007 fue un día especial, se jugaba la Copa Gato, con una jornada doble: el partido preliminar entre la Universidad de Concepción y Huachipato, y el partido de fondo, un superclásico entre Colo-Colo y Universidad de Chile.

Llegué tres horas antes al viejo Estadio Collao, lo recorrí de extremo a extremo y gracias al “Tata Pérez”, utilero del equipo, pude entrar al camarín. Ahí estaban sentados Federico Elduayen, Fernando Solís, Gustavo Lorenzetti, Freddy Segura, Leo Monje, Ricardo Parada, Ricardo Viveros y el magallánico y ex mundialista, Mauricio Aros. Con mi personalidad de niño extrovertido, atiné a saludarlo de mano seguido de «¿tú eres de Punta Arenas?», mientras él se ataba los cordones. Me miró y conversamos hasta antes de salir juntos a la cancha. El resultado fue a favor de Huachipato, pero en ese momento pasó a segundo plano.

En el colegio, mis compañeros del Liceo San José (en Punta Arenas) se reían y no podían entender que fuera hincha de un equipo que no era ninguno de los tres mal llamados “grandes” del fútbol chileno. Y yo, estaba feliz de ser el socio más austral del club. Fue estando en Magallanes, donde viví momentos de dulce y agraz con mi equipo, como la final del Clausura 2007, en la casa de mis vecinos Barrenechea (colocolinos hasta no poder más); la obtención de la primera Copa Chile 2008-2009, en Coquimbo; el gol “100” de Rivarola en el Nacional; el descenso del 2012, que me tuvo llorando toda la tarde en mi pieza, pero que luego sería compensado con el retorno más rápido en la historia, de la mano de Pablo “Vitamina” Sánchez y su cuerpo técnico.

Son varios los momentos para expresar en una sola nota, es que este amor es incondicional y quizás el resto no lo entiende, pero cuando estás lejos más amas a tu equipo y, además, cuando uno tiene la oportunidad de trabajar en medios de comunicación trata de ser imparcial, aunque se termina siendo más crítico con las malas decisiones de los dirigentes, del técnico de turno e incluso de algunos jugadores. Como la pérdida de identidad con los jugadores referentes del equipo o no aprovechar y traer un cuerpo técnico identificado con los colores del club.

Hoy, después de la mala campaña que se hizo, tras la eliminación de la Copa Libertadores 2019 y tras la salida de Bozán y más de diez jugadores, parecía que este 2020 no sería mejor, con un técnico nuevo y un plantel que solo mantiene tres jugadores del equipo del año pasado. Llegó la pandemia y con la emergencia sanitaria se da un fenómeno que no sé si pasa en otros equipos, pero pareciera que el grupo lo está aprovechando al máximo para volver con el foco puesto en zafar del descenso y por qué no clasificar a una copa internacional.

En este nuevo aniversario, solo queda decir: ¡gracias UdeConce por todos los momentos vividos, por las alegrías y también las tristezas, porque ser hincha de este equipo, significa entender que se gana sin orgullo y se pierde sin rencor!

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