Es muy difícil en éstos tiempos encontrar lealtades en el fútbol. No me refiero a lealtades entre jugadores o compañeros de profesión, a lealtades por cumplir los contratos o a lealtades con cuerpos técnicos. Nunca pondría en juego la honra de un futbolista con su profesión. Más bien me refiero, a esa lealtad del jugador con el hincha, esa sana complicidad jugador-simpatizante muchas veces deseada, muchas mas veces mal vista.
Cuando los resultados no se dan, el discurso frecuente del hincha es «mojen la camiseta», «pongan huevo», «jueguen como hinchas del club». También es muy repetido el dicho «los jugadores pasan, las instituciones quedan». Ambas frases son muy válidas, pero pueden ser borradas cuando se conjugan ciertos factores.
Me explico. ¿Las cosas pueden salir mal? Obvio. Sólo uno de los clubes sale campeón y logra el objetivo máximo de la temporada, pero a pesar de no cumplir ese objetivo máximo, los hinchas olvidamos algún mal resultado si vemos actitud en cancha. Ese elemento tan intrínseco y tan implícito en la profesión de un jugador que no se puede explicar, no se puede entrenar y muy pocas veces se puede adquirir.
¿Cuándo se logra? Cuando tienes un jugador comprometido con su profesión, cómodo con su estar en un club, identificado con la hinchada, conocer de la historia y sacrificio de la institución, consciente de la importancia de la actuación de cada semana en los hinchas, con un cuerpo técnico que tiene claro el objetivo, comprometido con sus colores. ¿Se puede reflejar todo eso en un jugador? Claro que sí, es muy difícil, pero se puede.
En Deportes Iberia se conjugan estos atributos en varios de nuestros jugadores, pero en ésta ocasión y producto de lo visto en el clásico en Angol, debo centrarme en Felipe Elgueta. Felipe representa todo lo que queremos de los jugadores que visten la azulgrana. Comprometido, dispuesto, luchador, guerrero, identificado con nuestros colores y encargado de llevarnos a la guerra si fuera necesario por lograr el objetivo. Nuestra situación esta temporada no es fácil, le tocó volver a nuestra ciudad y vivir un doloroso momento, decidió quedarse y demostrar que el equipo merece algo diferente, merece éxitos, merece reconocimiento.
Pasan las semanas y Elgueta está ahí. Realiza un trabajo meticuloso a las ordenes del cuerpo técnico sin reclamar. Le puede tocar meter en el clásico, ser capitán y guiar a los jóvenes en Copa Chile o ingresar unos minutos en San Fernando. Es el mismo, idéntico compromiso, igual entrega, la misma entereza y arenga hacia el compañero.
Esta temporada se pueden lograr muchas cosas, se pueden tener muchas alegrías, se puede no tener nada. Hasta el momento no conocemos el final, pero si conocemos el camino, conocemos nuestras herramientas, conocemos que tenemos un hincha mas dentro de la cancha luchando por nuestros sueños, luchando por nuestras alegrías, guiando al equipo, dirigiendo a la hinchada, tenemos un pitbull, nuestro pitbull azulgrana!
Foto: Sebastián Ruíz / enelcamarin.cl