Columna de opinión escrita por: Mauricio Luengo.
La madrugada del viernes nos sorprendió con la triste noticia del deceso de Raúl Alipio Ortega Alarcón, nuestro querido “Viejo Alipio”, histórico profesional de las comunicaciones en la Región del Biobío.
Mis amigos de La Pelota es Mía me pidieron poder escribir esta columna, sabiendo que esta pérdida profesional también duele en mi familia, donde tuvimos el honor de tener la amistad de don Alipio por cerca de 50 años, generando un lazo humano que caracterizaba al periodismo de aquella época, con importantes valores de lealtad, compañerismo y profesionalismo, así como también la bohemia y las eternas reuniones sociales, muchas de las cuales tuvieron lugar en mi casa.
Duele despedir a personas como don Alipio. Nos cuesta asumir que ya no veremos en el estadio o en las pautas de prensa a un profesional querido por todos, a un profesional que siempre estuvo dispuesto a ayudar al colega, a un profesional que nunca miró por encima a otro, a un profesional que siempre integró a quienes cumplen funciones no profesionales en los medios de comunicación, a un profesional de esos que los conoces, y te dan ganas inmediatas de que se convierta en algo más que un colega, en un amigo.
Pese a este dolor, es reconfortante ver la cantidad de homenajes realizado en honor a la trayectoria profesional y la calidad humana de don Alipio. Son generaciones de periodistas, fotógrafos, profesionales, administrativos, conductores, y un largo etcétera, de la familia de las comunicaciones, que le debemos mucho a don Alipio, y por eso como La Pelota es Mía también queremos rendir este homenaje.
Entre tantas virtudes, voy a destacar la voluntad de don Alipio con los más jóvenes. Somos un medio joven, que busca consolidarse, y que ha sido el inicio de un camino profesional de muchos periodistas, y de muchos más que vendrán en el futuro. Por esto, es importante recalcar a profesionales como don Alipio, con esa voluntad y disposición, para ayudar a los que están empezando. Todos en algún momento recibimos algún consejo, alguna palabra de aliento, alguna indicación. Hoy, todos esos estudiantes despiden a un gran maestro.
En lo personal, vengo de una familia ligada a los medios de comunicación. Una familia de conductores. Acá quiero destacar la gran virtud de don Alipio de valorar el trabajo de este oficio, de inculcar el trabajo en equipo, y su deseo de hacer notar que cada parte del equipo de un medio de comunicación es importante para realizar un buen trabajo.
No puedo dejar de esconder mi fanatismo por Deportes Concepción. Don Alipio tampoco lo podía hacer. El hincha lila también llora la partida de uno que siempre estaba ahí, para inmortalizar un gol, para registrar a la familia que iba al estadio, y en muchas ocasiones, para gritar como uno más, para marchar cuando nuestro club fue golpeado injustamente.
Como La Pelota es Mía enviamos nuestras más sinceras condolencias a su familia y a sus amigos cercanos, a ese inmenso círculo de don Alipio, que un día podía compartir con sus amigos de la “vieja escuela” del periodismo regional, y al otro día compartir con las nuevas generaciones. En ambos escenarios, con un factor común, con don Alipio siendo simplemente él mismo, y esa era su principal virtud, y por la cual hoy vemos tantas muestras de cariño, de dolor, de respeto, y principalmente de gratitud, por todo lo que entregó en el desarrollo del periodismo en la región.
Don Raúl Alipio Ortega Alarcón, tu legado comienza a ser una leyenda. Tu historia, comienza a ser un registro de enseñanzas para las próximas generaciones. Tu calidad humana, tus recuerdos, y tu profesionalismo, quedarán para la eternidad. Muchas gracias por todo.