Señor Director junto con saludarle le escribo esta carta para dar mi opinión sobre lo vivido ayer desde la tribuna, en el partido entre el cuadro de Ñublense y Cobreloa.
La alegría llegó rápidamente a la hinchada de los diablos que vieron como al minuto 18′, David Escalante convertía el primer gol que ponía sobre ruedas un partido que terminaría con un triunfo de los rojos 3-2 sobre los zorros del desierto, desatando la alegría y los gritos de apoyo que hace tiempo escaseaban en el Nelson Oyarzún.
La hinchada de los rediablos tiende a responder con sus cánticos dependiendo de cómo se esté dando el partido de su equipo, no es de extrañar que cuando las cosas van con buen rumbo como la jornada de ayer, el estadio rebosa de emoción. Escenario muy diferente se puede apreciar cuando el partido es adverso y los gritos del público son de reproche y desaprobación, generando un entorno tenso en el estadio.
Hace casi un mes esta situación se pudo sentir, cuando en el estadio municipal de Chillán Ñublense recibió al cuadro de Santiago Wanderers y fue abatido con un contundente 4-0, que sirvió para que la gente se hiciera un festín con los jugadores y con el técnico rojo, llenándolos de críticas e insultos.
Con lo anterior me pregunto cuando el cuadro rojo recibirá un aliento incondicional de su hinchada, cuando dejaremos de percibir el apoyo y asistencia al estadio por el resultado o su posición en la tabla. Aunque sintamos un enojo o desacuerdo con la administración del equipo, no podemos dejar solo a Ñublense en los momentos difíciles.
Se despide atentamente Jorge Herrera.
Jorge Ignacio Herrera Mora
6 de mayo del 2019
Chillán, Chile