Por Nelson Ojeda Sazo, periodista e hincha de Naval de Talcahuano
La apuesta era clara: paralizar el fútbol chileno como medida de presión para que la ANFP llevara a la práctica la orden de la Corte de Apelaciones de San Miguel. Naval de Talcahuano debía ser reincoporado a la competencia, en el marco de la medida prejudicial que interpuso Fernando Rojas, presidente de Naval S.A.
Los medios de prensa de Santiago, los equipos de la primera división y el hincha futbolero siempre pasional, como escasas veces, prendieron con la movilización.
Las voces de justicia se enarbolaron y el “acá estamos, compañeros” fue el palmetazo suave que cayó para algunos en la espalda.
A la cabeza el Sifup, con el compañero Gamadiel García disparando críticas y soluciones al modelo. El compañero García que hasta hace unos días trataba de mentiroso a Rojas.
Surrealista y dicotómico. El compañero mantuvo a las canchas nacionales con juveniles, pasando paño para que los principales cuestionados de la debacle tomaran palco en el partido entre los sindicalizados y Quilín.
Siempre en el Macondo del peloteo nacional, es el segundo semestre de 2017. Naval S.A se atrasa por tercera vez en la competencia en curso con los sueldos y beneficios laborales de los jugadores. El penal de infierno se cobró sin reparos .
Quién sabe, pero incluso puede ser record mundial ¿Habrá otra administración en el mundo que en pocos años haya forzado tres veces el descenso por secretaría?
Autogolazo de la administración Rojas en un arco llamado resignación. Resignación para los que vibran con la blanco y azul, y que con manos en jarra constataban la total indiferencia de los que ahora te decían “acá estamos, compañeros”.
¿Paro de jugadores?: Nada.
¿Solidaridad de los hinchas del fútbol?: Nada.
¿Mea culpa público de los responsables?: Más empírea puede llegar a tener la biblia.
¿Los compañeros?…
En tiempos de redes sociales, donde la aceptación pública es mantra, durante semanas vimos a jugadores de todas las camisetas colgando fotos y videos acelerando el proyecto de la “solidaridad de clases” con Naval.
Con espanto desde el puerto observamos con impresión como esa necesidad desesperada de estar a tono con los tiempos, pudo mucho más que la información certera o un mínimo análisis y comprensión del entorno. Pero qué importaba, total: “acá estamos, compañeros”.
Paralizar el fútbol chileno no mataba la mala nata: La aumentaba. Darle un entretiempo indefinido a la causa judicial fue darle la razón a los que realmente llevaron a Naval a la miseria. Pero total, “acá estamos, compañeros. Dame like”.
Y ahora el silencio. Silencio grueso e intenso. Hasta el silabario se esconde en los registros del Sifup.
De la pseudo-revolución solo quedará como anécdota que alguna vez pasaron a Talcahuano a decirnos “acá estamos compañeros”.
Para la anécdota quedará el paso de Patricio Almendra. Para la anécdota quedará el paso de 500 jóvenes en la prueba de jugadores del Club Social. Para la anécdota el punto de vista del grueso de la hinchada.
En cambio para la eternidad queda el papelón de Gamadiel. Para la eternidad la incertidumbre del por qué no nos preguntaron. Y mientras nos cuestionamos todo allá a los lejos, bien a lo lejos, vemos cómo se van… calladitos los compañeros.
Para la eternidad la incertidumbre de quién se hace cargo del buque. Y allá se van, callados los compañeros.
Dicen que gente ajena al puerto se hará cargo del club. Mientras que allá se van, callados los compañeros.
Como dato Talcahuano se fundó el 5 de noviembre de 1764. Naval el 21 de mayo de 1944.
¡Váyanse a la cresta, compañeros!
Fotografía: Archivo La Pelota es Mía