Llevaba ocho meses sin jugar debido a una serie de lesiones, pero eso no le importó a Nicolás Larcamón. «Cuando llegó el lunes de esta semana, antes de darle la bienvenida, le dije que el sábado tenía que jugar», indicó el DT de Huachipato en la conferencia de prensa post partido. Y Alexander Nasin Succar Cañote le respondió de excelente manera, jugando los 90 minutos, e incluso, marcando un gol en los minutos finales del encuentro, para sellar la victoria por 2-0 frente a Audax Italiano.
La lesión de Anthony Blondell, y la escasez de finiquito en la segunda y tercera fecha (un gol ante Palestino, convertido por un defensa central), llevó a que Huachipato buscara nuevas alternativas en el ataque, considerando que el venezolano aún tiene para dos meses de recuperación. Y así fue que se concretó la llegada de este ariete peruano de 23 años, proveniente de Sporting Cristal y que registra un paso por el Sion de Suiza. «Estoy muy contento. Acá me han tratado muy bien y estoy feliz de haber llegado a Chile y poder convertir en mi primer partido», indicó tras el encuentro el artillero limeño.
Durante el encuentro se mostró siempre muy activo y comprometido en funciones ofensivas, con una importante presencia en el juego aéreo, y dando algunas luces de una depurada técnica en velocidad. Y fue justo antes de los descuentos cuando tomó un rebote en el sector izquierdo del ataque, y al tratar de ingresar al área fue derribado por Leonardo Rolón. Las imágenes de televisión aclararían después que el foul fue fuera del área, pero ante lo confusa de la jugada Roberto Tobar señaló lanzamiento penal, y ante la insistencia del equipo, Succar tomó el balón para decretar el 2-0 definitivo del encuentro. «Fue un regalo de sus compañeros por su compromiso y excelente partido», indicó al respecto Larcamón.
«Necesitábamos un triunfo y gracias a Dios se dio todo como quisimos. Ahora nos tenemos que concentrar en Unión Española», remató Alexander Succar, mientras se digiría al camarín lleno de satisfacción por un soñado debut, y sobre todo, por el fin de las pesadillas.
Fotografía: Andrés Yáñez/La Pelota es Mía