El mediocampista del campanil habló con Diario Concepción, en donde conversó sobre la lesión sufrida hace algunas semanas ante Universidad de Chile.
En el encuentro ante los azules, Abarzúa dejó la cancha con muchas dolencias tras la falta cometido por Gonzalo Espinoza a los 36′ del encuentro. Desde ese momento, se pronosticaba lo peor, ya que el jugador no pudo seguir por fuertes dolores en su rodilla. Al día siguiente, el club dio a conocer el parte médico del jugador, en el cual se explicaba que había sufrido una rotura de ligamento en su rodilla. Por esto, el jugador iba a tener que ser intervenido y estaría por lo menos 6 meses fuera de las canchas.
El volante comentó cómo fue la espera de los resultados para conocer la gravedad de su lesión. «Uno quiere que sea otra cosa, pero ya tenía asumido el diagnóstico. Lo lindo es que me llamaron muchos compañeros, otros con los que había perdido comunicación; hinchas, incluso, de otros equipos. Esas cosas ayudan. Siempre salí bien de todos los equipos, dando la cara y la mano al despedirme. Sentir ese apoyo es fundamental y, sobre todo, el de mi señora (Escarlet Zapata) y mi hijo Máximo (2 años y 4 meses). Son mi razón para luchar. Lloré harto, pero al tercer día di vuelta esa página”, expresó.
Sobre el momento cuando sufre la lesión, Abarzúa señaló que “inmediatamente supe que era grave, porque, en mi vida, nunca sentí un dolor tan fuerte. Volví a entrar, troté un poco y, cuando di un pase, eso fue como un cuchillazo en la rodilla. Me pasaron muchas cosas por la cabeza, uno no está nunca preparado para algo así. Lloré dos días seguidos, contaba lo que me pasó y se me cortaba el habla, me caían lágrimas». En la misma línea, agregó que «me ha costado, mi carrera es de harto esfuerzo y estaba ganando un puesto, el equipo ganaba. Es duro”.
Juan Pablo Abarzúa fue operado este fin de semana, por lo que, dentro de poco comenzará el largo proceso de recuperación. Tras esta intervención, el jugador recalcó que “hay que ser obediente con los plazos, pero será raro no entrenar todos los días. Es lo que me gusta, estoy acostumbrado, me gusta el camarín, las tallas con los amigos, la pelota. Voy a extrañar hasta el plato de fideos antes de jugar, pero creo que saldré más fuerte. En la clínica vi pasar gente mucho peor que uno y ahí te das cuenta que no puedes quejarte. Tienes que pelear”, cerró.
Fotografía: Comunicaciones Universidad de Concepción.