El sábado 29 de agosto volvió la actividad futbolística a su «normalidad», donde pudimos volver a sentir las emociones de gritar un gol o el nerviosismo que conlleva ver un encuentro de nuestro equipo preferido. Pero la pregunta es, ¿Es este el verdadero nivel del fútbol chileno o, simplemente, son los estragos de estar mucho tiempo sin jugar?
Hay pocos equipos que realmente enamoran. Uno de ellos es Huachipato, que siempre propone algo, que genera buenos desdoblamientos de funciones, tiene jugadores con buenos argumentos futbolísticos, pero no es más que eso. Con el retorno, se vieron algunos errores que no son culpa de la falta de actividad, especialmente en el gol de Coquimbo Unido, es simplemente falta de concentración, y que se ve repetido en muchos de los equipos de nuestro torneo.
Pero son casos contados con los dedos de una mano -entre ellos el actual campeón, Universidad Católica o Unión La Calera, que con poco, está metido arriba- pero paremos de contar. Y el nivel futbolístico mostrado el fin de semana anterior es la normalidad de nuestro fútbol, no son los estragos de la pandemia, son equipos con falencias desde el apartado defensivo, hasta el ofensivo. Nuestro campeón va último en su grupo en la Conmebol Libertadores y cuesta demasiado demostrar algún nivel en el extranjero, salvo honrosas excepciones, pero no basta.
Todo esto se debe a la falta de ideas, desde la cabeza de los clubes hasta el último empleado, la falta de ambición de algunos entrenadores, el miedo de arriesgar, etc. Pero esto tiene solución, es difícil, pero se puede, siempre y cuando desde el presidente de nuestro ente rector establezca parámetros claros en nuestro torneo, cuando los presidentes de los clubes potencien realmente nuestras divisiones menores. Cuando se armen proyectos interesantes con objetivos claros y ambiciosos para cambiar la mentalidad de nuestros futbolistas y, finalmente, creernos el cuento, porque talento hay de sobra, pero falta trabajo.
Imagen archivo LPEM.